Este proyecto parte de un desafío espacial: optimizar una farmacia de reducidas dimensiones sin renunciar a la funcionalidad, la comodidad y la sensación de amplitud.
El objetivo fue claro: crear un entorno más eficiente para el personal, añadir un punto de atención al público adicional y potenciar la entrada de luz natural.
La intervención se centró en reorganizar la distribución interior, priorizando la fluidez en los recorridos y la ergonomía del trabajo diario. Se rediseñaron las áreas de atención, almacenamiento y descarga de medicamentos para mejorar la operatividad y reducir los tiempos de gestión.
La gran cristalera exterior se convirtió en protagonista: se liberaron obstáculos visuales y se optimizó la entrada de luz, transformando el ambiente en un espacio más luminoso, saludable y acogedor.
Los materiales, superficies claras, cerámicas neutras y mobiliario en acabados satinados, acompañados de madera contribuyen a amplificar la luz y transmitir limpieza y confianza, cualidades esenciales en el ámbito farmacéutico.
El resultado es una farmacia renovada que, pese a su tamaño, proyecta orden, modernidad y bienestar, ofreciendo una experiencia más cómoda tanto para quien atiende como para quien entra en busca de salud.