El zaguán se concibe como el primer gesto del edificio, el umbral donde la arquitectura se vuelve experiencia.
Su diseño busca transmitir solidez, atemporalidad y claridad visual, convirtiendo el tránsito cotidiano en un recorrido sereno y ordenado.
Los materiales cerámicos son los protagonistas: elegidos por su resistencia, su bajo mantenimiento y su capacidad para conservar la belleza con el paso del tiempo. La textura sutil de las piezas aporta ritmo y profundidad, mientras la geometría de los revestimientos juega con la luz natural, transformando las superficies a lo largo del día.
El cromatismo se construye sobre una paleta neutra, grises suaves, blancos satinados y matices cálidos de arena, que refuerzan la sensación de limpieza y continuidad. El resultado es un espacio funcional, duradero y elegante, donde la sobriedad no renuncia a la emoción.
Este zaguán no solo da acceso a un edificio: invita a entrar en una atmósfera de calma, precisión y equilibrio, donde cada paso anticipa la profesionalidad que aguarda en su interior.